Recordamos que ayer estuvimos comentando un punto clave para la lucha contra el bullying, la prevención. Hablábamos de que lo fundamental para evitar que se desarrollen situaciones de este tipo era promover la convivencia, siendo una práctica cada vez más frecuente, la mediación por el alumnado.
Pero, ¿qué ocurre cuando cuando nuestros mecanismos de prevención no son suficientes y el acoso se hace visible en nuestros centros? Pasaremos, entonces, al otro mecanismo de lucha, LA DETECCIÓN-ACTUACIÓN.
La detección del acoso escolar, como su propio nombre indica, será competencia fundamental del personal del centro en el que se desarrolla, por lo tanto, dependerá de su grado de implicación, sobre todo, por parte del profesorado.
Fuente: AVALCAE (Asociación Valenciana contra el acoso escolar) |
Como podemos deducir, cualquier proceso de detección de estas circunstancias ha de basarse en mecanismos de observación de señales características que nos darán toda la información necesaria para tomar cartas en el asunto cuanto antes. Entre estas señales de las que hablamos nos podemos encontrar con: (1) un clima de tensión permanente, en el que las conductas disruptivas y la calma tensa son frecuentes; (2) alumnado implicado con frecuencia en conflictos, teniendo en cuenta que el acosador, muchas veces, se camufla en estos grupos para no ser visibles o, incluso, se hace ver como amigo de la víctima; (3) ausencias al centro escolar por parte de las víctimas; (4) cambios de humor, nerviosismo o enfermedades fingidas por por parte de las víctimas; y (5) el espacio en el que se sitúan en el aula o en el patio, teniendo en cuenta que los alumnos excluidos suelen estar en lugares aislados o en aquellos que les permitan abandonar el aula cuanto antes.
Pero, ¿y si no somos capaces de observar estas señales? Debemos entonces utilizar otro tipo de estrategias como: (1) cuestionarios indirectos con los que se puede detectar a los posibles alumnos de carácter violento, utilizando preguntas que nos aporten información válida para actuar; (2) el buzón amigo, en el que los alumnos acosados podrán depositar su denuncia de manera anónima; (3) e-mails de ayuda, teléfonos gratuitos y webs de información del centro; (4) las pizarras denuncia para que los testigos puedan denunciar casos de acoso a compañeros; y (5) la participación activa de los docentes ya que, dada nuestra posición privilegiada en contacto constante con nuestros alumnos, debemos aprovechar para observar en todo momento.
Y una vez detectada la situación de acoso, ¿cómo actuamos? Existen unas pautas de intervención específicas, tanto para padres como para profesores, aunque hay que tener en cuenta que la mejor estrategia será la actuación conjunta de ambos. Estas pautas deben basarse siempre en la comprensión y apoyo de la víctima y en la rehabilitación y reinserción del acosador.
En lo que compete a los padres, estos deben tener claro que la familia es la cuna de las relaciones sociales. La educación recibida en el hogar determinará, en muchos casos, el tipo de vida social que se desarrolle. Es por eso que lo interesante es llegar a un modelo de equilibrio entre un control excesivo y el libertinaje, en el que aprendan cómo afrontar situaciones difíciles. Si esto no es suficiente para bloquear el afloramiento del bullying, tendremos que tener en cuenta si nuestro hijo o hija es la víctima o el acosador.
En el primer caso, hay que romper la llamada "ley del silencio", es decir, no esperar a que sean ellos los que nos expliquen qué les sucede. Hay que estar un paso por delante para poder demostrarles, siempre con serenidad, que cuentan con nuestro máximo apoyo y que juntos saldremos de esta, promoviendo que controlen la situación y que se relacionen con otros compañeros y compañeras. Además, será imprescindible poner en conocimiento al centro escolar de la situación, y tomar mano de ayuda profesional.
En el caso de que seamos padres del acosador, debemos mantener la calma, anticipándonos, de nuevo, a las circunstancias; intentaremos que nuestros hijos desarrollen empatía para con las víctimas, procurando que se pongan en su lugar; les haremos ver que todos nuestros actos tienen consecuencias. Si, con todo esto, no somos capaces de mantener la situación bajo control, debemos pedir ayuda profesional.
En el primer caso, hay que romper la llamada "ley del silencio", es decir, no esperar a que sean ellos los que nos expliquen qué les sucede. Hay que estar un paso por delante para poder demostrarles, siempre con serenidad, que cuentan con nuestro máximo apoyo y que juntos saldremos de esta, promoviendo que controlen la situación y que se relacionen con otros compañeros y compañeras. Además, será imprescindible poner en conocimiento al centro escolar de la situación, y tomar mano de ayuda profesional.
En el caso de que seamos padres del acosador, debemos mantener la calma, anticipándonos, de nuevo, a las circunstancias; intentaremos que nuestros hijos desarrollen empatía para con las víctimas, procurando que se pongan en su lugar; les haremos ver que todos nuestros actos tienen consecuencias. Si, con todo esto, no somos capaces de mantener la situación bajo control, debemos pedir ayuda profesional.
En el caso de los profesores, para tratar a la víctima deberán proporcionarle protección, aplicando las medidas de control pertinentes; se intentará que la víctima acepte la situación, evitando así la huida y autoinculpación; y se aplicarán medidas que aumenten la autoestima de la víctima. Cuando se trata del acosador, será necesario un control para impedir que los ataques continúen; debemos detectar de manera clara, qué persona o personas son las responsables de dichas situaciones; se inculcará el valor de la responsabilidad de lo propios actos; y separaremos al acosador de sus aliados (disgregación).
En todo este proceso será imprescindible la colaboración del resto de compañeros y compañeras, volviendo a la base de la prevención, la promoción de la convivencia.
En el caso concreto del ciberacoso, que puede y suele estar ligado a otro tipo de agresiones presenciales, debemos conservar las pruebas durante todo el tiempo (capturas de pantalla ,imprimir páginas...), antes de iniciar cualquiera acción con la persona agresora; trataremos de identificar a los posibles acosadores, a través de la dirección IP, con ayuda de informáticos, de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado..., sin violar los derechos de privacidad; será una buena medida contactar con la compañía del medio utilizado para el acoso para saber cómo proceder para obtener la información necesaria; y, si es el caso, denunciar el acoso a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado.
Tenemos que tener en cuenta que, para llevar a cabo todas estas acciones será necesario enmarcarnos en la más absoluta discreción y confidencialidad, además de tener en consideración aspectos como las características y naturaleza de las acciones analizadas, la naturaleza y difusión de las acciones, la facilidad/dificultad para detener el acoso, edad y características psicológica de los participantes y, sobre todo, la repercusión e impacto en la víctima.
Aquí os dejamos todo lo que está en vuestra (nuestra) mano. En el siguiente post sobre "métodos para combatir el acoso escolar" hablaremos, más concretamente, de programas específicos contra el acoso escolar.
*En este vídeo resumen de "Psicoactiva" se explica muy bien todo lo que acabamos de hablar: https://www.youtube.com/watch?v=6zN6b1rMR9Q
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